Otro recital del francés, con dos goles y una asistencia, devuelven la calma al Madrid. Trent y Camavinga cayeron lesionados tras ofrecer su mejor versión.

El plan de Xabi Alonso pasa por ir ganando hasta que el equipo decida que quiere ser de mayor. Es la ley del Madrid, un club que no espera a nadie. Así que la victoria en San Mamés, irrefutable, permite ganar tiempo al técnico después de que el equipo dejara escapar tres triunfos de los que se dan por descontados. El Madrid fue muy superior a un Athletic en miniatura, cortísimo en ataque, blandengue en defensa, y además repartió la cuota de pantalla. Por supuesto que siguieron en el centro de la escena Mbappé, que firmó otro doblete (25 goles ya en la temporada), Vinicius y Courtois, la santísima trinidad del momento, pero al fin asomaron el pie prodigioso de Trent, punto de partida de los dos primeros goles, y la solidez de Camavinga. Una lástima que ambos acabaran lesionados. También Rüdiger y Militao levantaron un muro. Mala noticia para Huijsen
En la cara B del partido anduvo Nico Williams, al que la pubalgia le ha puesto plomo en las piernas. Con todo, lanzó las mejores bengalas de un Athletic menos fiero de lo habitual en su estadio. Los resultados no engañan.
En tiempos de carestía, darle la pelota a Mbappé se ha convertido en un instinto básico en el Madrid. Es un futbolista tan extraordinario que convierte en casi invisibles a los demás, sálvense Courtois, a ratos Vinicius y el que pueda. Por el francés empezó el partido el equipo de Xabi Alonso, lo que viene a ser tomar un atajo, el mejor de la Liga.
En su primer intento fue escapando de la línea de fondo para enganchar un tiro al primer palo que le sacó por intuición Unai Simón. En el segundo puso por delante al Madrid. Un cambio de juego de Trent, cuya precisión en largo asomó por primera vez, le puso en acción. Controló junto a la banda izquierda, maniobra que ya hizo desaparecer a Lekue, pisó el acelerador, sacó de la jugada a Laporte con un quiebro y colocó su remate de derecha junto al palo izquierdo del meta del Athletic. Solo la cámara lenta le quitará lustre a un supergol del francés.
Un Athletic mermado
El olor a azufre de las últimas tres salidas se había llevado por delante a Arda Güler, sustituido en el descanso en Elche. Cambios tempranos anuncian grandes descontentos. Lo cierto es que el Madrid funcionó mejor en Montilivi con un jugador más vigoroso como Camavinga, que tampoco acaba de romper en gran centrocampista, y Xabi Alonso volvió a probar por ahí, por una ración extra de fibra en un campo que invita a no esconder el ánimo ni la pierna. La salida del equipo fue estupenda. Asumió la pelota, encontró espacios y sometió a un Athletic afeitado arriba por las bajas de Sancet e Iñaki Williams, dos de la tres gracias del equipo. La tercera, Nico Williams, está por debajo de su valor real.
Ante la adversidad respondió Valverde con un trivote (Galarreta, Rego, Jauregizar) precavido que tardó en ponerse al día. No aplicó esa presión de gran felino que distingue a los equipos de Valverde y se protegió mal del balón largo.

Poco a poco el Athletic fue recomponiéndose y también encontró dos ocasiones inmejorables, de Guruzeta y de Berenguer. A ambos les resultó insuperable Courtois. Ahora que el Atlético planea retirarle la placa convendría que el Madrid se pensara retirarle la camiseta. Parte del museo del club le pertenece.
Y en vuelo de área a área no se quedaba atrás Unai Simón, que honra la portería del Athetic, territorio de leyendas. Estuvo por encima de Vinicius en un mano a mano. Antes, el brasileño, revoltoso como en sus mejores días, intentó un gol imposible por falta de ángulo. Acabó en el lateral de la red.

Vinicius y Xabi Alonso están en tránsito del punto de ebullición al punto de entendimiento. El técnico parece ya convencido de que no hay nadie mejor que él en el banquillo y el brasileño acabará por entender que 60 partidos al año no hay cuerpo que los resista. Esta vez su cambio a falta de 13 minutos acabó en abrazo.
Los dos avisos de Vinicius fueron el anuncio del segundo tanto, iniciado de nuevo por Trent, con un centro al segundo palo que cabeceó Mbappé hacia el primero, donde hacía la ronda Camavinga, para empujar, también de cabeza, la pelota a la red.
Otra vez Mbappé
Valverde buscó otro registro con dos cambios que le devolvieron la naturalidad al equipo: Areso para parar a Vinicius y un mediapunta, Unai Gómez, por un mediocentro, Galarreta. Un zapatazo de Jauregizar que sacó a mano cambiada Courtois infló las velas de San Mamés. A favor del Athletic también jugó la nueva lesión muscular de Trent, que estaba ofreciendo la mejor actuación del curso, pero no hubo volantazo. No lo permitió Mbappé, que a falta de media hora agarró un balón a casi 20 metros del área y sin cita previa lo presentó en la jaula de Unai Simón, que tuvo su parte de culpa. Reaccionó tarde y no fue capaz de detener un disparo que entró por su palo. En su descargo queda que el tiro era muy poco esperable.
El gol fue el toque de retirada de los dos. El Athletic pidió la hora con cierta dignidad y alguna llegada y Xabi Alonso aprovechó para oxigenar a sus principales, incluidos Mbappé y Vinicius, sustituidos de un golpe sin quejas ni malas caras. Ganar mejora el humor de todo el mundo.








